Exiliados de Neverland


Revolutionary Road by jcherran
enero 26, 2009, 3:57 pm
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Del mismo director de American Beauty, recupera el filón del drama familiar made in USA (esta vez ambientado en los años 50) repleto de frustraciones personales y crisis de edad con desenlaces trágicos. Es una película excelente, no tanto por la historia que cuenta como por las interpretaciones de sus dos protagonistas (los secundarios son muy buenos, dicho sea de paso). Todos recordamos a Jack y Rose, esa pareja pobre-rica, flaco-ternesca, aniñado-señorona… de Titanic. No habían vuelto a rodar juntos pero el regreso ha merecido la pena. Sobre todo ella, sin desmerecer al niñoviejo de DiCaprio. Kate Winslet se ha consagrado como la mejor actriz de su edad (treinta y cinco, más o menos), y 2009 está siendo su año.

Traigo el comentario de la película a este blog en particular por la lectura que he sacado de la historia que cuenta. Una pareja joven, de apenas 30 años, que tras enamorarse con veintipocos, llenos de metas y proyectos, acaban casándose y formando una familia en un barrio residencial a las afueras de Nueva York. Esta idílica estampa, que para muchos se convierte en objeto de deseo y lamentable envidia, está aquejada de vicios y dolencias desde el mismo día en que se conocieron sus protagonistas. La frustración, la expectativa truncada, la necesidad de una vida diferente, el pararse a pensar en lo que pudo haber sido, en lo que no se emprendió, en las trabas y zancadillas de la vida, condicionan la estabilidad emocional de la pareja y el discurrir de los meses que comprende la película.

Un conato de ilusión devuelve la esperanza con toda la falsedad de un sueño. Estas criaturas especiales, admiradas por el resto, adquieren con su aparente valentía un nuevo halo de atracción irresistible en un mar de frustración y resignación que a veces resulta excesivo. Es una gran película, muy intensa; recomiendo sonreírse sin lanzar una carcajada cuando todo parezca proclive a ello, es preferible mantener la tensión y apreciar los gestos, los matices, las miradas de todos y cada uno de los personajes. Son casi dos horas de autoretrato, porque todos, más jóvenes o más mayores, tenemos o tememos alguna de las cosas que pueden verse desde el principio hasta el final del film.

En esta bitácora quisimos dar rienda suelta a todo tipo de comentarios, recuerdos y sentimientos. Quizá esta película esté más conectada con la línea pretendida que cualquier otra. Contemplar como a los 30 años puede estar todo decidido para, poco después, caer en la cuenta de que ese es nuestro gran temor aun cuando nuestra generación parece dilatar la juventud, extender la adolescencia y huir sin descanso de la mera posibilidad de estancarse antes de tiempo. Pero el tiempo pasa y hay fechas que dejamos atrás al igual que hay fechas que se nos vienen encima. El matrimonio de la película busca un ancla en el tiempo, una última oportunidad. Muchos jóvenes de nuestra generación proyectamos en forma de temor lo que para ellos es una frustración que devora su estabilidad emocional y sus ganas de seguir viviendo.

Aun con todo creo que la vida es más simple que todo eso. El drama existencial está bien para lo que está: dos horitas en el cine, una conversación de 30 minutos y poco más. Quien viva anquilosado de esa manera puede despedirse de sobrellevar su torpe existencia con sosiego y tranquilidad. La intensidad dramática cumple mejor su utilidad en dosis menudas y recipientes ligeros.

JC